La inestabilidad es necesaria siempre que haya un fin mayor de por medio. Sudamérica está atravesando una serie de manifestaciones y revueltas con el propósito de que el Gobierno revalorice la opinión de los ciudadanos. En un par de meses o años estás revueltas sucederán nuevamente y tendrán como dirigentes a las féminas, si es que no se logra un cambio ya.
Cambio, en el sentido de que por años la mujer ha sido discriminada por simplemente ser mujer, reducida a las tareas del hogar y al cuidado de la familia, al "saco de golpear" o al objeto sexual favorito. Estos conceptos devienen de un pasado machista, que tanto la religión como la historia, consciente e insconcientemente nos han contado, poniendo al varón como el personaje principal. Sin embargo, eso está cambiando, pero aún quedan muchas cosas por hacer.
Actualmente las mujeres están ocupando más puestos laborales altos; cargos públicos que, hasta hace unos años, solo varones copaban las plazas. También recordemos que la mujer puede votar, lo que hace un siglo era imposible. Si bien en lo que respecta a la libertad de opinión y derecho a un trabajo estamos avanzando, falta tratar el otro lado de la moneda.
Recordemos que Perú es un país que socioculturalmente es machista, y eso se materializa en las desigualdades salariales, el acoso sexual, el abuso y maltrato a la mujer, y obviamente el feminicidio. Este conjunto de palabras desagradables opacan todo lo anterior mencionado y se transforma en una bomba cuyo tiempo de detonación aumenta junto con el número de víctimas, pero recordemos que una acción puede hacerla explotar antes de tiempo.
Y aunque el panorama luzca adverso para las féminas, tienen que recordar que han tenido la oportunidad de revertir la situación pero fueron traicionadas. Traicionadas, por las excongresistss que priorizaron sus intereses sobre el gran problema que aqueja a la sociedad femenina peruana. Mujeres que le han robado al país, manchado el nombre de la patria y sobre todo, que han frustrado un intento de representación y mentido a quienes creían en ellas: sus hermanas.
Con el pasar de los años Perú se ha convertido en un caldo de cultivo cuyos nocivos ingredientes van a hacer explotar la olla, solamente falta en ingrediente final para lograr el cambio. ¿Cuál es? No lo sabemos. No obstante, si queremos que este cambio se dé de la manera más pacífica y sin violencia, tanto hombres como mujeres deben poner de su parte y romper con los paradigmas conservadores y de familia que han opacado la imagen de la fémina.. Si no es así, preparémonos entonces, porque lo más seguro es que la disolución del Congreso quede chica frente a una revolución de causa justa y humana.
Gabriel Morales.
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