Un acuerdo unánime que nadie puede discutir
Tras el fatídico accidente ocurrido en la avenida Javier Prado el pasado viernes, la conductora Melissa González Gagliuffi, que en un exceso de velocidad perdió el control de su camioneta desviándose del carril por donde manejaba arrollando a tres peatones y provocando la muerte de dos de ellos, fue liberada tras permanecer detenida por dos días. Este diario hizo un debate al respecto y obtuvo un 100 % de votos que apela a la pronta liberación de la conductora.
Si bien cada caso es diferente, da qué pensar contrastándolo con el caso de la profesora que arrolló a cinco alumnas de su propia institución, pues después de 4 días ya estaba siendo trasladada al penal Virgen de Fátima, en Chorrillos, para cumplir con la prisión preventiva mientras se investiga sobre el caso. Se cuestiona mucho cómo es que a veces la justicia funciona más cuando tienes un apellido pesa- do o un estatus que te permita manejar contactos a tu favor. El caso de Melissa González ahora está bajo el ojo público, por lo que es muy probable que se respete el proceso, pero ¿Qué pasa con los cien-
tos de casos que quedan en la impunidad? Casos que no llegan a ser mediáticos, aunque incluso ca- sos que sí, como el del conocido actor Edu Saettone, quien atropelló y causó la muerte de una transeúnte, fue liberado tras ser condenado a 4 años de prisión suspendida porque la ley, según el abogado penalista Benji Espinoza, no se fija en el resultado sino en la intención del sujeto, es decir, al hacer- lo de forma accidental y mostrar arrepentimiento. No obstante, aunque la intención haya sido la peor o incluso un mero accidente, sí hace ruido que a veces la justicia funciona más para un sector y para el otro no. ¿Cómo explicar que a los cuatro días del accidente que provocó la docente Leonor Velásquez ya se encontraba en un penal a la espera de las investigaciones y Melissa González sigue estando en libertad tras casi una semana del fatídico atropello? Aunque ella no podrá devolverles a los deudos la vida a de los chicos que mató ni con todo el dinero del mundo, sí es necesario que al menos los familiares puedan sentir justicia González sea tratada como los demás, y responder ante la justicia por sus actos. Porque se supone que ante la ley to- dos somos, en teoría, iguales, y así como tenemos derechos de la misma forma deberes y nadie debe- ría sentir que algunos pueden manejar la justicia cómo les conviene por tener influencias o dinero.
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