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Migrantes venezolanos desaparecen sin llegar a su destino, ¿Qué está pasando?

Foto del escritor: Prisma NoticiasPrisma Noticias

En el transcurso del año, el Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha registrado la muerte y desaparición al menos de 95 venezolanos. 84 de ellos en ruta hacia Trinidad y Tobago o Curazao, 9 en tránsito por Colombia, Brasil y Ecuador, y 2 en la frontera entre México y Estados Unidos.


La desaparición forzada de migrantes es un fenómeno que ocurre en muchísimos países del mundo y existen diferentes factores por los cuales sucede.

Desde el año 2014, el Proyecto Migrantes Desparecidos de la OIM, ha registrado las muertes y desapariciones de más de 35 mil mujeres, hombres y niños en todo el mundo.

Si nos referimos solamente a los migrantes venezolanos, la OIM registró, en el año 2018, 42 venezolanos fallecidos en su camino migratorio, de los cuales 20 murieron en ruta hacia Curazao y Aruba, y 22 mientras cruzaban la frontera con Colombia, pasando por ese país y Ecuador.

La investigadora asociada del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Ligia Bolívar, aseguró que por consecuencia del marco del tráfico en el cual nos encontramos, la trata de personas y la captación a la fuerza por grupos armados irregulares, son algunas de las razones por la cual la desaparición de migrantes ha estado ocurriendo.

En este último caso, Bolívar comenta que no se denuncia por temor. Bolívar puso el ejemplo del reclutamiento de jóvenes por parte de la guerrilla para el raspado de la coca, donde los ponen a trabajar en condiciones infrahumanas. “Cifras sobre esto no existen, además porque las mismas familias tienen miedo de denunciar. La generación de temor contribuye al silencio”, agregó.

La investigadora afirmó que los controles migratorios de los países hermanos como Ecuador, Perú, Chile y Trinidad y Tobago, contribuyen a la desaparición de muchas personas, ya que muchos venezolanos ingresan por vías irregulares y esos caminos suponen algún tipo de riesgo adicional. “Esto se traduce en la posibilidad de tráfico de personas, y en la necesidad de pagar sobornos para poder acceder a un paso fronterizo. Entonces, lo van a seguir haciendo, pero no por vías legales y con mayores riesgos para sus vidas. Las restricciones generan mayor riesgo de desaparición porque caen en estas redes”, señaló.

El 16 de mayo de este año, Venezuela se sorprendió con la noticia de la desaparición de 33 personas que se dirigían de Güiria a Trinidad y Tobago en la embarcación Ana María.

Entre el grupo de personas, se encontraban seis miembros de una familia que viajó desde Maturín dos meses antes para embarcarse en el trayecto que les cambiaría la vida: Katerin Berra; Dylan Berra y Victoria Berra, de tres y cuatro años; Maroly Bastardo, Antonio López y Luis Guanipa.

Desde el inicio, el plan era viajar en el bote de Juan Vegas, pero por problemas con el motor, se canceló.

Al ver la oportunidad de realizar el viaje con Alberto Abreu, no dudaron. Alejandra Peinado, prima de los desaparecidos, recordó que a las 8:00 pm de ese día recibió la noticia de que la embarcación no llegó a su destino.

“Mantuvimos la fe y pensamos que seguro se había retrasado porque paró en otro puerto. Pero nuestra desesperación creció pasada la medianoche y ellos sin llegar. Al otro día, se nos cruzó por la mente que se habían ahogado. Fue muy fuerte para nosotros. Pensábamos en los niños”, narró.

A pesar de todo, Alejandra mantenía las esperanzas porque tanto su prima como la esposa de su primo tenían salvavidas, al igual que los menores. Lamentablemente, en el mar no se encontró nada.

“Al pasar los días, ya sospechábamos que ellos no podían estar muertos y allí es cuando se conoce que el capitán del barco es el único sobreviviente y tiene antecedentes penales por la trata de personas”, aseveró Alejandra.

En cuanto a las investigaciones, aseguró que no ha pasado nada, en ningún momento recibieron algún tipo de respuesta por parte de las autoridades venezolanas ni trinitarias. Amenazaron de muerte a Alejandra y el grupo de familiares que la acompañó en el viaje hasta Güiria y ante el temor, decidieron regresar.

“Ni siquiera dijimos que nos íbamos, simplemente nos montamos en el carro y salimos de ahí porque corríamos peligro. Así estarán los familiares de los otros desaparecidos que viven en Güiria. No hablan, no dicen nada por miedo”.

Después de seis meses de la tragedia, no se sabe nada de Alberto Abreu, capitán de la embarcación Ana María. Él fue rescatado por un buque que se dirigía desde Trinidad hacia Granada, donde lo pudieron internar en un hospital. Dos días después, se escapó.

“Ya ha pasado todo este tiempo y las autoridades no han dicho nada. La familia siente un vacío, pero no perdemos la fe ni la esperanza de que ellos aparezcan”, finalizó Alejandra.

Durante el proceso de investigación, más de 10 reportes de migrantes venezolanos desaparecidos fueron recogidos desde el pasado mes de mayo. Muchos aparecieron con vida, otro no corrieron con la misma suerte.



OPINIÓN

Es alarmante cómo las personas y familias que toman la decisión de buscar un futuro mejor, de salir de su país sin nada más que lo que llevan puesto y unas prendas más, huyendo de la dictadura de Maduro, encuentren un futuro peor del que anhelaban salir.

Los países hermanos como Colombia, Bolivia, Chile, entre otros, no se han organizado de la manera más idónea para sobrellevar la migración venezolana y refiriéndonos a Perú, ya que es principal país de acogida de personas venezolanas con necesidad de protección internacional y el segundo destino de refugiados y migrantes venezolanos a nivel mundial, tampoco tuvo una buena gestión sobre el ingreso de los venezolanos al país y al inicio hubo un sinnúmero de percances, puesto que no había una regulación respecto a la cantidad de migrantes que ingresaban e ingresaban hasta sin documentos en algunos casos.

De todas formas, eso no quita la responsabilidad que cae sobre los países sudamericanos al no saber manejar la situación y poder ayudar, cuando está en sus capacidades, de alguna manera a los venezolanos a que lleguen a su destino sin tener que tomar otros caminos que pueden costarles hasta la vida. Pues si existiera una ruta establecida para poder llegar a ciertos países, reduciría el número de venezolanos desaparecidos.

Aunque existe la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), no es suficiente, se necesita otra entidad que realice el seguimiento a los que se van de Venezuela y dejan todo lo que conocen, porque son niños, adultos, mujeres en gestación, personas mayores que van caminando kilómetros y kilómetros, van por los ríos para llegar a su destino, pero lamentablemente nadie vela por ellos en el transcurso y quedan expuestos a diferentes problemas.

Existen distintos puntos de vista sobre el hecho de la desaparición de los venezolanos al momento de emprender el camino a otro país, el más preocupante es que existe la trata de personas y para combatir esa problemática se necesita empatía y compromiso. Una de las formas más efectivas de luchar contra la trata de personas es denunciando y solo la garantía de protección puede estimular que se realicen. Ojo con eso.

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