La última serie de Zendaya nos muestra con luces neón la realidad de muchos adolescentes.
Euphoria abarca varios problemas que los adolescentes padecen actualmente y que mil veces han sido retratados en series o películas: dependencia emocional, problemas de salud mental como bipolaridad, depresión y ansiedad, embarazo adolescente, ausencia paternal y problemas con las drogas, pero de una forma singular.
Al inicio de la serie, pareciera como si estuviéramos viendo el remake americano de la recordada serie británica Skins (2007) porque Euphoria (2019) lo tiene todo para serlo: sexo, alcohol, fiestas desmedidas, adolescentes desesperados y encerrados en su frágil burbuja de placer efímero. Cualquier cosa que los haga suprimir sus problemas personales y vacíos existenciales.
Como en Skins, nos muestran ambos lados del uso de las drogas. Los efectos iniciales, como la excitación, euforia y felicidad desmedida. Un auténtico derroche de hormonas generadoras de placer como la dopamina y serotonina. Euphoria es capaz de graficar ese clímax apoteósico que se produce en nuestro cuerpo al consumir alguna sustancia psicoactiva como el éxtasis, los opioides, o la marihuana. Pero también retrata de forma cruel y realista la cara ya no tan atractiva de las drogas: los efectos secundarios, el conocido ‘bajón químico’ producido en el organismo, los cambios de humor repentinos, problemas físicos que se producen por el exceso en el consumo de las drogas, la abstinencia y constante recaída.
Pero la diferencia es que esta nueva serie, propuesta millonaria de la cadena de televisión HBO, tiene muy buenos ingredientes que podrían hacer de ésta una de las series que mejor retraten la etapa adolescente de los centennials. Con un excelente lenguaje, logra ser visualmente atractiva con los constantes cortes de planos y movimientos de cámara que mantienen la atención. Claramente la serie tiene varias referencias de películas del siglo 21 como Réquiem for a Dream(2000), al mostrar la cruda cara de la abstinencia. La francesa Amélie (2001) cuando la protagonista, Rue, rompe la cuarta pared, o en Enter the Void (2009), con sus famosos travelling en cenital que recorren los escenarios de la trama.
Y parece ser que claramente los productores de Euphoria han investigado bien a su target antes de realizar la serie, porque lo tiene todo para ser amada por todos. La estética de la serie parece conocer bien la debilidad adolescente: mucha escarcha, luces neón, y maquillaje en colores vivos y pastel que deslumbra (aunque luego sean arruinados por los propios protagonistas con sus lágrimas)
Pero lo más importante y lo que a su vez diferencia por los tiempos cambiados entre la vieja Skins, que ya tiene doce años desde su primera emisión, y Euphoria, es la tecnología. Porque los problemas de los protagonistas se repiten: embarazo adolescente, dependencia emocional, decepciones amorosas, presencia abnegada de padres o la propia ausencia de otros. Pero el mundo online es lo que convierte a Euphoria en una serie que nos refresca que ahora la tecnología es parte de nosotros. Los smartphones han pasado a ser importantes para desarrollarnos interpersonalmente, pero también nos muestra la aparición de nuevas problemáticas. Difusión de fotos y videos de contenido sexual invadiendo la privacidad de usuarios, prostitución virtual con métodos de pago anónimos como la conocida ‘bitcoin’, aplicaciones de citas como Grindr o Tinder. Y el cómo nos podemos refugiar haciendo largas maratones de películas, series o realities para escapar, irónicamente de nuestra triste realidad.
Euphoria es una serie estéticamente atractiva, pero también cruda para contarnos lo que muchos adolescentes desde temprana edad viven y padecen. Que la vida no es un episodio de tu serie favorita, que todos los actos tienen consecuencias y que la felicidad es efímera, nada dura para siempre. Muy recomendada.
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