Un maestro y su discípulo fueron quienes llevaron a Venezuela a la tragedia. Desde 1999 el país latinoamericano pasó por una transformación periódica de la democracia de Rafael Caldera al socialismo de Hugo Chávez. En su momento, nadie pensó que 20 años más tarde, serían tantas las personas emigrando de su ciudad al exterior para poder sobrevivir. Nadie imaginó los extremos que este causaría.
Dos décadas atrás, se vendió la idea de una igualdad para todos. La idea donde Robin Hood le robaría a los ricos las injusticias y les daría a los pobres lo que se merecen desde hace tanto tiempo. ¿Cómo las personas que han esperado tanto por su momento el ejercicio de sus derechos, no iban a apoyar esta idea?
La verdad es que el concepto del socialismo no es malo, lamentablemente del papel a la acción hay una gran diferencia y aún no se encuentra la fórmula perfecta de ponerla en práctica. El ejemplo perfecto de esto es Hugo Chávez con el inicio de esta ideología que no supo lograrse. Al momento de su ingreso, muchos venezolanos apostaban por su talento para liderar una justicia que el proletariado estaba esperando desde hace mucho, mas nunca pensaron que su salvación se convertiría en una dictadura que su más cercano discípulo continuaría al llegar su muerte.
Claramente, lo que un día pensó Chávez, Nicolás Maduro lo llevó al extremo. Tal vez con la creencia de estar cumpliendo la misión que empezó su mentor y querer darle el fin que no pudo tener por su enfermedad. Tras el escudo de hacer lo mejor para un país, sus ciudadanos han tenido que escapar y añorar su hogar desde lugares donde son tratados precariamente.
Lo que muchas personas no pueden creer es como una persona cambia tanto cuando asume un cargo público, claro que hay sus excepciones, pero la mayoría demuestra que eres una en campaña y otra en el poder.
Lo excesivo es malo en cualquier sentido, pero cuando se lleva al poder es nocivo. El tratar de hacer tu voluntad sin importar lo perjudicial que llegue este a causar en la extremidad del accionar, es simplemente malévolo. Un día dejas de pensar en la razón por la cual asumiste el reto de ser líder de una nación, luchar por quienes no pueden defenderse solos, y te enfocas en tu propio bienestar; dejas de ser Robin Hood para ser el César del imperio romano.
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