Hace unos meses, dejé mi bicicleta amarrada a un fierro en la ciclovía de la avenida Arequipa, a la altura de la cuadra 13 a plena luz del día. Recuerdo que fui a comprar un por esas calles y al regresar, unas horas después solo encontré el fierro cortado en el suelo. En ese momento, pensé qué tan conveniente era ir a la comisaría a denunciar el robo de mi bicicleta, ¿realmente valdría la pena?
Mi historia es una de tantas que han ocurrido y hasta de objetos de valor más alto en todo Lima, cada 5 minutos. Es alarmante, pero más alarmante es qué pasa después del hecho, no hay un registro, no hay un mapa delictivo actualizado, no hay rateros identificados ¿Por qué? Porque las personas no denuncian, por diversas razones como en el informe de INEI, según su estudio, no existe una confianza de parte de la sociedad a los policías, sienten que es una pérdida de tiempo o se sienten que es un delito de poca importancia.
En conclusión, se ha perdido la fe en la eficacia en su trabajo, sienten que no hay un seguimiento merecido al acto delictivo. Por parte de los policías, mencionan que existe un plan de acción, pero no lo cumplen, hay casos en los que los policías hacen que las víctimas de robos realicen todo el procedimiento que se supone debería hacer el policía. ¿Ya no existe la convicción de ayudar? ¿Cómo los ciudadanos pueden nuevamente confiar en los policías?
Lo cierto es que se necesitan, sin denuncias no habría un registro de los hechos y sin el registro, el lugar de los hechos pasa como si el lugar fuera seguro cuando no lo es. Los policías deben actuar al servicio de los ciudadanos y estos, cooperar para disminuir a largo plazo el acto delictivo en el país.
Policías arrestando a delincuentes
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